Aunque los pronósticos meteorológicos auguraban problemas, tuvimos un tiempo estupendo. No lució un sol sofocante y hasta nevó un poco: perfecto para un día de montaña.
Salimos a las 9 de la mañana rumbo al puerto de Vegarada, uno de los más bellos parajes de la provincia leonesa. Era una de las excursiones que organiza el AMPA del Colegio de la Palomera, para promover la convivencia de padres e hijos y, sobre todo, para divertirnos en familia.
El viaje fue ameno. Unos se dedicaron a disfrutar de los paisajes del Torío y Curueño y otros a ver una interesantísima película documental sobre la Tierra y los animales. Por fin llegamos al Puerto de Vegarada y justo dónde termina la carretera asfaltada nos dejó el autobús. Guiados por los dos monitores que nos acompañaban cogimos nuestros trineos y plásticos. Las nevadas laderas del Puerto se llenaron de risas y de unas 50 personas haciendo uno de los deportes más populares: el culo esquí. Se formaron trenes de más de 10 personas, lo cual puede considerarse toda una hazaña, ya que no es fácil guardar el equilibrio y hacer una buena bajada con tanta gente.
Tras un breve descanso iniciamos la segunda actividad del día. Fue una ruta de unos 4 kilómetros a las brañas de Vegarada. Es una ruta circular de poca dificultad, aunque cómo la mayor parte del camino estaba cubierto de nieve la dificultad a algunos nos pareció media. Pudimos disfrutar de un paraje maravilloso, viendo un grupo de brañas de pastores . Por supuesto, también hubo tiempo para alguna que otra guerra de bolas de nieve.
Con tanta actividad se abrió el apetito, así que la siguiente parada fue para comer. El autobús nos llevo a un centro de turismo rural que se encuentra en la localidad de Lugueros, dónde amablemente nos dejaron sus instalaciones para que diéramos buena cuenta, tranquilamente y bajo techo, del bocadillo.
Tras el refrigerio y descanso seguimos ruta. Nuestro siguiente destino fue La Vecilla, localidad que esos días celebraba la Feria de la Pluma, “Muestra de gallos de pluma y mosca artificial”. Allí descubrimos la belleza de estos objetos de pesca, vimos a expertos elaborando pacientemente las afamadas moscas leonesas y los peques disfrutaron pintando y haciendo objetos con plastilina relacionados con el mundo de los ríos.
La excursión llegaba a su fin. Esta vez tomamos la carretera por Matallana de Torío y, muertos de cansancio, llegamos a León. Muertos de cansancio pero con la satisfacción de habérnoslo pasado genial.
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